miércoles, 4 de septiembre de 2013

Cuatro.






Cuatro.


“Pipipipip” gruñí, palpé la mesita que estaba justo al lado de la cama, al encontrar la alarma la quité.

Me incorporé, caminé hasta el armario, allí saqué un jersey negro junto unos jeans desgastados y unas botas negras, me vestí.

Caminé hasta el espejo, peiné mi cabello, lo dejé suelto, algunas ondas caían hasta mis pechos.

Agarré la mochila, después salí de casa, normalmente no solía desayunar por las mañanas, simplemente tomaba un batido o ni eso.

El Domingo había sido totalmente aburrido, nada del otro mundo, fue un día lluvioso y a pesar de que esos días me gustaban pasarlos leyendo con una buena taza de chocolate caliente lo había odiado demasiado.

Hoy era Lunes, eso significaba que me esperaba una aburrida mañana de instituto e inmediatamente después de salir ir a trabajar a la cafetería con ese estúpido uniforme de camarera porno, cómo yo solía llamarlo. Vale que la cafetería esté ambientada en los años 50 pero no es necesario ir vestida como una autentica p*uta a trabajar, odio ese uniforme color azul, es tan corto que apenas puedes agacharte sin que se vea aun que sea un poco el trasero.

La mañana pasó rápida, realmente demasiado, no esperaba que Steven, el profesor de Biología nos hiciera diseccionar una pobre lombriz. Pobre animal, es decir, no sé aún qué función tiene en esta vida tan cruel, pero supongo que igualmente no merecía morir ahí entre metales, más siendo diseccionado por un bisturí.

Cómo siempre las plásticas animadoras se negaron rotundamente a hacer esa tarea porque oh dios, no lo hacían por no matar a ese indefenso animal si no porque no podían ni verlo, cuando Steven puso la lombriz en el pupitre compartido por Kristine y Bonnie estas gritaron como crías y corrieron hacia el otro extremo de la clase alejándose totalmente del animal el cual sólo le faltaba gritar para que no lo mataran, ugh.

Entré en la cafetería, su nombre en rosa chillón con algunas luces de neón lo hacían resaltar de entre las demás tiendas; “50 Pinkie.”

Jonnah, el chico que tenía el mismo turno que yo y que por lo tanto trabajábamos juntos sonrió al verme entrar mientras ponía la máquina de los batidos en marcha. 

“Hey Ronnie.” Saludó amistoso tras la caja. 

“Jonnah.” Sonreí a la vez que pasaba a los vestidores, allí dejé la ropa de calle atrás para adentrarme en ese diminuto y apretado vestido color azul agua.

Até el lazo color blanco del vestido, este quedaba justo debajo de la espalda.

Salí, había bastante gente, ayudé a Jonnah con los cafés y batidos, el que sólo dos personas estuviésemos en la cafetería hacía del trabajo un gran reto. 

Daisy, la chica que controlaba la caja había dado a luz un crío y por ello no venía, tan sólo tenía los 19, pero aún así lo tuvo, en realidad pienso que está mal pero tuvo el valor para seguir adelante y es lo único por lo que la admiro.

“¿Qué tal te fue el fin de semana?” Preguntó el chico de cabello chocolate; Jonnah.

“Hum…” Sonreí. “Bien, eso creo.” Hice una mueca, él rió.

“No pareces muy segura.” Dijo limpiando algunos vasos. 

“Oh, pasar todo el día en casa leyendo libros es realmente divertido, te lo recomiendo.” Sonreí rodando los ojos, sentí como él rió.

Jonnah Parks es un buen chico de 19 casi 20 años, sus ojos son verdes, su cabello chocolate, es realmente atractivo y quizás algunas veces haya pensado que es imposible que alguien tan… Reclamado por las chicas sea “mi amigo”.

“Hum, si, podría probarlo contigo.” Su voz sonaba dura, tensa, parecía tener miedo a mi reacción.

Abrí los ojos, fruncí el ceño, quedé mirándolo, él encogió sus hombros, rápidamente caminé hacia él dándole un leve empujón, él rió.

“¡Jonnah!” Exclamé mientras caminaba para alcanzar un vaso de plástico y así llenarlo de batido.

“¿Qué? ¿No puedo quedar con mi compañera de trabajo?” Puso una mano en su cintura, yo lo miré, enarqué una de mis cejas mientras caminaba hacia la mesa 6, la propietaria de ese batido.

Dejé el batido en la mesa sin darle mucha importancia al cliente, voltee para caminar hacia la caja, pero una voz aterciopelada muy familiar hizo que parara en seco.

“Ronnie.” Giré para encontrarme con el chico de ojos mieles y cabello dorado; Justin.

“Justin.” Fruncí el ceño, me acerqué. “¿Qué haces aquí?” 

“Si no me equivoco esto es una… ¿Cafetería?” Una tierna mueca se hizo en sus labios, yo abrí mis ojos.

Mierda, siempre tan boba. ¿Creías que venía a verte? Pues no.

“Huh, eh, si claro.” Sonreí, él hizo lo mismo mostrando sus perfectas perlas.

“No sé si ves que estoy con mi novio.” Una voz chillona invadió mis oídos, esta resaltó la última palabra, al mirarla vi que era Kristine, llevaba un top rojo, su cabello negro carbón estaba completamente liso.

“Kristine, no.” Dijo molesto Justin.

“No, es cierto, debo volver al trabajo.” Mordí mi labio, solía hacerlo cuando estaba nerviosa.

“Espera.” Gritó la morena.

Giré para ver qué diablos quería, esta con un ágil movimiento lanzó su batido al suelo, tintando las baldosas por completo de marrón, la fulminé con la mirada.

“Mierda, soy una patosa.” Se lamentaba observando el desastre que había hecho.

Claramente ella acababa de tirar ese batido apropósito, puedo parecer tonta, pero una cosa es parecerlo, otra serlo.

Caminé hacia el mostrador para agarrar una fregona, cuando la cogí caminé hasta la mesa 6, allí limpié el estropicio, cuando acabé me agaché para coger el vaso.

Lástima, en ese mismo momento recordé que el vestido jugaba muy malas pasadas, rápidamente me incorporé, miré a Justin, este acababa de apartar su mirada de mi trasero.

Sentí mi corazón acelerarse, debería de ser grosera con él pero sólo sentí como mis mejillas ardían más que nunca, como mi pecho subía y bajaba rápidamente a la vez que mis piernas andaban por si solas hasta la caja.

Sentí la voz chillona de Kristine regañar a Justin con algo así cómo “¿Estabas mirando su maldito trasero?” Pero le resté importancia.

Dejé la fregona en su sitio y tiré lo demás a la basura, respiré hondo intentando calmarme, realmente no estaba acostumbrada a que ningún chico mirara con tan detenimiento mi trasero y era algo que me asustaba de alguna forma.

“¿Ronnie?” La voz de Jonnah me sacó por completo de mis pensamientos.

Pestañee seguidamente, todo se volvió claro, me giré para encontrarme con sus ojos verdes mirándome algo preocupado, mostré una de mis mejores falsas sonrisas, me sentía preocupada y eso era estúpido pero así me sentía.

“¿Sí?” Miré de fondo la mesa 6, Justin parecía molesto mientras su novia le soltaba un sermón.

“¿Qué te tiene tan… Preocupada?” Miró en ambas direcciones asegurándose de que nadie nos escuchara.

“Nada.”

“Eso es un “No te lo voy a decir, no insistas.”” Rodó sus ojos, yo encogí mis hombros, en realidad sí, era así.

Chasquee mi lengua apoyándome en la encimera. “¿Qué más da?” Suspiré, aparté mí vista de Justin; Por fin.

“Voy a llevar esto.” Señaló unas hamburguesas, yo asentí.

Me apoyé en la encimera de espaldas, cerré mis ojos.

Realmente lo exageraba mucho, pero nunca antes había pasado por algo así y era tan raro, es decir, no le dije nada cuando si fuese otro chico seguramente le hubiese dicho algo pero… No fue así.

“Hey.” Su voz sonaba de nuevo, la voz que nublaba mis pensamientos, la de Justin.

“Huh, hola.” Fruncí el ceño. “¿Porqué lo hiciste?” Cerré los ojos, mierda, puedo llegar a ser tan … Idiota. 


“¿El qué?” Preguntó incrédulo.

“Oh vamos, miraste mi trasero por más de un minuto.” Le miré a los ojos, él sonrió de lado, nuestros ojos quedaron juntos por un buen rato.

“Vaya, lo siento.” Alzó sus manos en señal de no ofender, yo solté un leve “Já”. “¿Qué?” Rió.

“Es muy normal mirar el trasero de otra chica mientras tu novia está delante.” Enarqué una de mis cejas divertida, él rió, unos bonitos hoyuelos adornaron sus mejillas, sus ojos brillaban, se veían más claros. 

“Ella lo entenderá.” Movió su mano restándole importancia, yo suspiré. “De todas formas no es muy recomendable ir vestida así en el trabajo.” Su voz sonaba seria.

“¿Tendré yo la culpa de que el jefe ponga este estúpido uniforme porno?” Lo miré, él rió de nuevo, esa risa tan bonita y alegre que sólo él sabía hacer sonar.

Suspiró, pasó una de sus manos por su cabello despeinándolo aún más. “Ronnie, Ronnie…” Humedeció sus labios.

“¿A qué has venido?” Sonreí jugueteando con mis manos, por dios, estas me sudaban como nunca, su presencia me provocaba nervios.

“A pagar el batido aun que… Al final no lo tomó.” 

“Oh, no hace falta que lo pagues.” Encogí mis hombros.

“Sí, da igual.” Palpó sus jeans color blanco, sacó su cartera y de ahí el dinero, lo puso sobre la encimera.

Iba vestido realmente sexy, llevaba una camiseta de tirantes color rojo, los jeans blancos y unas vans rojas.

“Huh, vas combinado con Kristine.” Reí aceptando su dinero a la vez que lo guardaba en la caja.

“Oh no, es ella quien intenta que vayamos iguales, en realidad es una tontería.” Frunció el ceño formando una mueca.

“Sí, en realidad sí.” Humedecí mis labios.

“Me sorprendí al verte trabajar aquí.” Murmuró.

“¿Enserio?” Reí.

“Si, no te imaginaba trabajando pero debo decir que ese uniforme te queda genial así que te ves bien hasta en el trabajo.” Sonrió divertido, mis mejillas ardieron, supe que me había sonrojado cuando sonrió de nuevo, una sonrisa sonora, más bien risita. “Deberías ir más a menudo así, digo, con sudaderas estás bien, igual de bonita pero así es mejor créeme.” Abrí mis ojos, sentí que mis mejillas iban a estallar en cualquier momento y que podía darme perfectamente un ataque al corazón, nunca me habían dicho tantos piropos en un solo día. “Aww, me gusta cuando te sonrojas, te ves tierna.”

“Para.” Dije tajante, esto empezaba a sacarme de mis casillas.

“¿De qué?” Enarcó una de sus cejas, me miraba a los ojos pero yo simplemente miraba hacia otra dirección.

“Lo sabes perfectamente.”

“No hice nada malo.” Susurró.

“Pero me pone nerviosa.”

“¿Te pongo nerviosa?” Encaró divertido, yo rodé los ojos, voltee ignorando su pregunta. “Vamos Ronnie, no es para tanto, a cualquier chica le gusta que la piropeen.” 

“Yo no soy cualquier chica, soy muy diferente y créeme sobretodo soy difícil.” Sonreí satisfecha ante mi respuesta, caminé hasta la puerta que daba a los vestidores, ya había acabado mi horario.

“Es lo que más me gusta de ti, eres especial.” Sentí que decía algo, más bien murmuraba pero no le di importancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario