lunes, 2 de septiembre de 2013
Tres.
Capitulo tres.
Miré el reloj, las 12:30, salí de mi cama, noté como algo se movía sobre ella, asustada miré que ocurría, esperaba encontrarme con cualquier cosa extraña, hasta un alíen, pero sólo era Lola revolcándose por el edredón color gris.
“Lola... Que dije acerca de dormir sobre la cama.” Acaricie su cabeza, esta me miró, parecía poner ojitos, sabía que con eso me ganaba totalmente. “Está bien… Pero no te acostumbres.”
Podía considerarme oficialmente loca, lo mío no era para nada normal, hablaba con un perro cómo si fuese una persona e incluso esperaba una respuesta por su parte.
Hice la cama y caminé hasta el armario de oscura y vieja madera, lo abrí, observé mi ropa, agarré una sudadera negra, unos jeans oscuros algo desgastados y unas converse también negras.
Me miré en el espejo, no tenía ganas de verme, pero para arreglar mis pelos tenía que hacerlo.
Agarré un coletero e hice de mi cabello un moño alto despeinado.
Caminé hasta la cocina, miré la nevera, no había apenas nada para desayunar, en realidad hacíamos desayuno comida. Sólo quedaban un par de magdalenas y un batido de chocolate, eso sería para Jason, yo mejor iría a algún Starbucks a tomar un batido.
Me despedí de Lola, agarré mi bolso, el móvil, las llaves y salí de casa, como siempre siguiendo aquella rutina, pulsando dos veces el botón del ascensor y saliendo del bloque de tétrico aspecto.
El viento chocaba contra mi rostro dejándolo helado, el invierno se acercaba, con ello venía las vacaciones y… La navidad, época la cual odio con todas mis fuerzas, básicamente ver como las familias lo pasan bien cantando villancicos y entregando regalos no es de las cosas que más me gusta presenciar, mi familia no es así, desde que mamá se fue dejó de ser así.
Extraño muchas cosas, los regalos, las risas, las bromas… Pero nada volverá a ser como antes, jamás.
Entré al Starbucks, el chico de ojos azules que casi cada mañana servía mi café ya tenía preparado mi capuccino, le pagué y salí de ahí mientras dejaba que el liquido caliente quemara mi garganta y inundara mis labios con su dulce sabor.
Fui en la dirección en la que cada vez que me sentía mal iba, al cementerio, a visitar a mi madre y impregnar las páginas de mi diario con textos depresivos y totalmente preocupantes.
Al llegar caminé hasta la segunda entrada de este, allí a la izquierda se encontraba la tumba de mamá, siempre vacía, nunca llevaba flores, sentía que era algo estúpido, mientras estuviese limpio a su alrededor todo estaría bien.
Me puse a cuclillas, observé el grabado de la lápida; Samantha Laine, Siempre en nuestros corazones.
Suspiré pesadamente mientras me sentaba a su lado, como siempre hacía, me hacía sentir más cerca de ella, venía a escribir siempre en mi diario junto a ella, para que supiera todo lo que ocurría.
Busqué en el bolso el pequeño diario color rojo, cuando lo encontré abrí una de sus páginas, saqué un bolígrafo.
“Querido diario, o mejor dicho, querida mamá.
Realmente papá está muy mal, demasiado, él desde que tú no estás… No… No es el de antes, aquel padre trabajador el cual era todo un perfeccionista, él ahora es un alcohólico, vende droga y el dinero que gana lo gasta en más alcohol. Sé que tú no hubieses querido que esto pasara, pero simplemente todos caímos en algo desde que te fuiste, papá en la droga y el alcohol, yo en una terrible depresión, intenté suicidarme… Ya lo sabes. A Jason lo insultan en la escuela gracias a la terrible hermana suicida que tiene y al gran señor que se hace llamar papá. El caso es que ayer Breyana consiguió sacarme de casa para ir a una fiesta, sé que te sorprenderá, la verdad es que sabes que he ido a fiestas las veces contadas porque no es lo mío, pero justo al llegar me sentí aburrida, así que quedé apartada de la gente. Las chicas las cuales me hicieron la vida imposible durante toda la época de instituto (y que aún siguen haciéndomela) vinieron a mí, todos se enteraron de la patética vida que tengo, se rieron y rumorearon entre ellos. Esa… Chica, Kristine, tiene novio, un tal Justin Bieber, él… No es nada como ella, todo lo contrario, sentí un terrible alivio al ver que él me había sacado de aquella vergonzosa situación en la que me encontraba, me defendió e incluso peleó con su novia porque lo que estaba haciéndome estaba mal, cosa que agradezco. ¿Sabes? Lo noto diferente, seguramente no esté en lo cierto, pero a pesar de su duro aspecto debajo de esa ropa, creo que se oculta alguien con un grande corazón, es decir, sólo hace falta ver como actuó sin conocerme. ¡Me llevó a casa! Bueno… En realidad le mentí sobre donde vivía, caminé hasta una casa totalmente ajena, no quiero que vean que vivo ahí… No quiero que sientan pena por mi mamá, pero creo que realmente hasta yo misma la siento, odio mi vida, sé que no te gustaría verme así, pero simplemente no puedo ocultarme, no puedo negar la realidad que es esta.
Ronnie Laine.”
Cerré el diario, miré mi móvil, 17:24, había pasado demasiado tiempo aquí cuando para mí sólo habían sido unos minutos.
Recogí todo lo que tenía cerca, me levanté, miré por última vez la lapida.
“Nos vemos.” Sonreí y caminé dirección hacia la salida.
Caminé hasta casa, al llegar al portal vi a Breyana, fruncí el ceño, ella al verme sonrío y encogió sus hombros en señal de que tenía que venir.
“Desapareciste.” Dijo la morena de ojos muy pintados, cruzó sus brazos apoyándose en la fachada, yo suspiré, pero al recordar quien me acompañó a casa sonreí. “Ey, espera, ¿qué me perdí?”
“Nada.” Negué con la cabeza sentándome en la puerta de casa, ella hizo lo mismo, no dejaba de mirarme curiosa, me sentía incomoda. “Deja de mirarme así por dios.”
“Oh vamos, no me lo creo.” Rebuscó en su chaqueta color verde militar sacando un paquete de tabaco, agarró un cigarro, lo llevó a sus finos labios y lo prendió.
“Deberías empezar a creerme.” Rodé los ojos, la miré.
“Pero sonreíste, eso es muy raro.” Enarcó una de sus cejas, aspiraba la substancia. “Además…”
“¿Qué?” La interrumpí.
“Me dijeron que te fuiste con un chico… Jaxon… Dustin... Justin.” Al acordarse de su nombre abrió los ojos, reí negando. “Vaya, vaya.” Rió, me pegó un codazo, me quejé.
“Breyana Roberts.” La regañé, ella sabía que odiaba hablar sobre estas cosas, aun que en realidad nunca hablábamos de chicos en cuanto a mí.
“¿Es el novio de Kristine?” Volvió a aspirar del cigarrillo.
“Sí, novio.” Resalté la última palabra haciéndole entender que no era nada, cosa muy obvia.
“Ay Ronnie, no tiene nada de malo que salgas con chicos, que entre en esa cabeza” Estiró su dedo índice y golpeó con él mi cabeza. “Tienes 18 años, y que tarde o temprano tendrás novio, por mucho que quieras negarlo, la adolescencia es así.” Explica.
Odio que sea tan filosófica, porque solo se comporta así cuando le interesa, pero para ella nunca aplica sus consejos, típico.
“Pero vas estás muy equivocada, ese chico sólo se ofreció a llevarme a casa, además como tu muy bien has dicho tiene novia.” Hice una pausa, miré la carretera. “Además quien se va a fijar en mi.” Chasquee mi lengua y negué con la cabeza aún mirando el asfalto.
“Dicen que tienen problemas, no es una buena relación, siempre los ven discutir, a Justin lo conoce mucha gente, cuando iba al instituto era quarterback y bueno, Kristine es animadora, a ella le interesa estar con un chico tan popular, en realidad su popularidad ha sido gracias a Bieber, sin él estaría perdida.” Explica jugueteando con el paquete de tabaco. “Se dice que ella siempre le dice de volver cuando pelean y como él cree que puede cambiar y ser como la chica de la que se enamoró vuelven, pero siempre es igual, esos dos no van a ninguna parte.” Me mira. “Y mira Ronnie, no soy de esas amigas las cuales te dicen “¡Qué bien te ves!” pero eres bonita y una gran persona, algún día encontrarás a alguien, las cosas buenas llegan sin buscarlas y esperarlas.”
Sonreí al escuchar lo último, nunca pensé que Breyana podría tener esa faceta, realmente nunca lo creí, siempre es tan… Suya.
En realidad la culpa no la tenían los chicos, era mía, soñaba con encontrar a un chico perfecto, el prototipo de chico que busco, aspecto duro pero tierno corazón. Eso ocurre cuando ves y lees muchas cosas románticas… Mi vida sería algo perfecta y con valor si al menos tuviese a mi lado un chico como el de “El diario de Noa” Pero vivo engañada en mi mundo y lamentablemente los chicos no son para nada así, menos ahora.
“Sí, supongo.” Suspiré, agarré el cigarrillo que mi amiga sostenía, aspiré de él, esto provocó una fuerte tos, ella rió.
“¿Qué diablos haces?” Reía sin parar.
“Darle un tiro, ¿pasa algo?” Agité mi cabeza, no estaba acostumbrada al sabor del tabaco.
“Nunca fumas, por eso lo he dicho, frena.” Se levantó, sacudió su ropa, me miró.
“¿Ya te vas?”
“Sí, he quedado con… Dylan.” Enarcó una de sus cejas.
“Dylan es…” La animé a hablar.
“Amigo de Bieber.” Movió sus cejas, mi boca se abrió formando una pequeña O.
“Oh.” Sólo pude decir eso, miré la puerta. “¿Vas a liarte con él?” Una risa nerviosa salió de entre mis labios.
“No lo sé, lo conocí ayer en la fiesta, fue quien me dijo lo de que te fuiste con él.” Sonrió buscando entre los bolsillos de su chaqueta.
“Suerte.” Sonreí, agarré mis llaves y las metí en la cerradura de la puerta, esta hizo un leve clac y se abrió.
“No la necesito cariño.” Alzó sus brazos en señal de que no tenía la culpa, yo reí negando.
“Hasta…”
“Ya te diré día.” Hizo una mueca mientras se alejaba.
“Oh, está bien, adiós.” Agité mi mano a la vez que dejaba atrás la puerta y esta se cerraba de un portazo.
Al llegar a casa saludé como de costumbre a Lola la cual siempre salía a saludarme, vi que tenía el collar puesto así que entendí que Jason la había sacado a pasear.
Dejé mis cosas sobre la butaca y caminé hasta la habitación de Jason, todo estaba oscuro así que supe que estaría durmiendo, el pequeño granuja era toda una marmota.
Encendí mi portátil, el regalo de hace unos años atrás de mamá por navidades. Revisé mis mensajes y demás, después me conecté a twitter.
“Es difícil cuando no tienes a la persona que quieres a tu lado.” Twitee, seguidamente miré el inicio leyendo algunos tweets de gente a la que seguía.
Una interacción, “Justin Bieber a retwitteado “Es difícil cuando no tienes a la persona que quieres a tu lado.”
Mi corazón se aceleró, la saliva se hizo algo espesa, costaba tragar ese gran nudo que llevaba en mi garganta.
“Idiota.” Susurré para mí misma, realmente me emocionaba con nada, más con una cosa tan insignificante.
Cliquee sobre su perfil, la foto que tenía salía él mismo sacando su lengua, llevaba una gorra.
Reí, realmente el chico era guapo, tenía unos rasgos demasiado perfectos y perfilados, algunos pequeños lunares (diría que muy poco visibles) esparcidos por su rostro, uno cerca de sus labios. Su cabello era dorado y sus ojos mieles, al parecer se volvían más claros con la luz, en la foto se aprecia mucho más.
“ Justin… Bieber.” Dijo leyendo una voz un tanto de pito.
Cambié rápidamente de página y cerré el portátil, giré bruscamente encontrándome con los ojos chocolates del mocoso de Jason.
“¿Qué demonios haces? Te dije que llamaras al entrar.” Dije algo nerviosa.
“¿Quién es él?” Enarcó una de sus cejas divertido, una sonrisa adornaba su rostro.
“Nadie, largo.” Me levanté empujándolo hacia la puerta, iba a cerrarla cuando justo puso su pie impidiendo esa acción.
“¿Tienes novio?” Gritó, no quería que papá malpensara así que lo metí dentro de la habitación corriendo, sin darle tiempo a decir cualquier gilipollez más.
“¿Eres idiota? ¡Claro que no!” Dije rápidamente algo nerviosa, rasqué mi nuca.
“¿Quién es pues?” Se sentó sobre la cama, lo miré, rodee los ojos.
“Es un chico que conocí ayer en una fiesta.” Soplé sentándome a su lado.
“Es guapo.” Encogió sus hombros yo reí lanzándole un cojín. “¿Qué?” Rió. “¿Lo vas a negar? Incluso yo lo he reconocido, no es justo.” Hizo una mueca divertida.
“Bueno lo es, pero no es mi novio.” Miré la pared recordando lo sucedido, una sonrisa asomó de mis labios.
“¿Te gusta?” Una mueca de desagrado adornó su rostro tentándome a apretar sus mofletes.
“Oh, no.” Negué riendo.
“Eso es un sí.”
“No puede gustarme, sólo lo vi una vez.” Le miré.
“Amor a primera vista.” Me miró. “¿No se supone que eres tú la que lee chorradas sobre el amor? Yo no debería de decir eso.” Frunció su ceño riendo, reí.
“Pero no me gusta Jason, además tiene novia.” Miré mis pies mientras los movía.
“Lo que sea.” Rió caminando hacia la puerta, después salió.
Caminé hasta el portátil, al abrirlo vi que me seguía, sonreí, y presioné el botón “seguir”, después cerré el portátil, caminé hasta mi cama, me desvestí poniéndome un pijama y sin importarme la hora que fuera me acosté para ser raptada por morfeo.
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